LA META DE LAS VACUNAS CONSISTE EN AYUDAR A MANTENER SANOS A NIÑOS Y NIÑAS SANOS.

Puesto que la función de las vacunas consiste en proteger el cuerpo antes del ataque de la enfermedad, si espera a que su hijo/a se enferme, será demasiado tarde para que la vacuna pueda surtir efecto. El mejor momento para vacunar a los niños y las niñas es precisamente cuando están sanos.

Pocas cosas en medicina son eficaces al 100%, pero las vacunas son una de nuestras armas más eficaces para luchar contra las enfermedades: funcionan entre el 85% y el 99% de los casos. Reducen considerablemente el riesgo de que su hijo/a contraiga enfermedades graves (sobre todo, cuanta más gente se vacune) y reducen las probabilidades de que las enfermedades arraiguen en una población.

Es cierto que las probabilidades de que un niño o niña contraiga una enfermedad son bajas si todos los demás a su alrededor están vacunados. Pero también se exponen a personas que no pertenecen al ámbito cercano (ej. Familiar, escolar). Y, si una persona se plantea saltarse las vacunas, existe la posibilidad de que otras personas se estén planteando lo mismo. Cada niño o niña que no se vacuna ofrece una oportunidad más de propagación de las enfermedades que son altamente contagiosas.