Las vacunas protegen contra enfermedades al estimular al sistema inmunológico a que produzca anticuerpos contra ciertos virus o bacterias. Si no nos vacunamos, corremos el riesgo de contraer enfermedades graves como el sarampión, la meningitis, la neumonía, el tétanos y la poliomielitis, muchas de las cuales pueden ser discapacitantes y mortales.

Según los cálculos de la OMS, las vacunas salvan la vida entre dos y tres millones de personas cada año.

Aunque algunas enfermedades son actualmente poco frecuentes, los patógenos que las causan continúan circulando en todo el mundo o en partes de él. Hoy en día, las enfermedades infecciosas atraviesan fronteras con facilidad e infectan a las personas que no están protegidas.

Las dos principales razones para vacunarse son PROTEGERNOS A NOSOTROS MISMOS Y PROTEGER A LAS PERSONAS QUE NOS RODEAN. Puesto que no se puede vacunar a todas las personas —por ejemplo, no es recomendable para los recién nacidos, las personas gravemente enfermas y las que pueden presentar determinadas alergias—, al protegernos nosotros evitamos contagiarles enfermedades que se pueden prevenir mediante vacunación.